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Cruz Roja preocupada por la trata de personas (y II)

Cruz Roja Española (04/08/2023)

Víctima de Trata.
 Aumentan las violencias machistas y la captación por medios digitales. La espiral de la desolación.



 
La trata de personas es una vulneración de derechos humanos en constante evolución; en los últimos años, Cruz Roja ha detectado un cambio significativo en los casos detectados: por un lado, el aumento de captación a través de redes sociales y del entorno digital. Por otro lado, las mujeres en situación de trata también se enfrentan a una multiplicidad e interrelación de violencias machistas, lo que hace más imprescindible la formación y el abordaje desde el enfoque de género interseccional.

Lo que no cambia es que las mujeres sigan siendo las más afectadas por todos los fines de explotación; no obstante, en los últimos años se ha observado un importante aumento en la detección de casos de trata laboral y mixta.

La semana pasada, y alrededor del día 30 de julio -Día Mundial contra la Trata de Personas-, os contábamos el contexto general de la situación, señalando como es una cuestión de Derechos Humanos, así como la intervención de Cruz Roja Española.
 
 

La espiral de la desolación

María (nombre ficticio) tiene 30 años, y es madre de una hija de 3. La primera vez que la violaron tenía 6 años. Fue su vecino. Desde los 7 a los 13 años, sufrió violaciones continuadas de su tío. Las violencias machistas han marcado su vida desde que tiene memoria; está diagnosticada de Trastorno Depresivo y Trastorno Bipolar.

La captaron en 2016 mientras trabajaba en un bar, ofreciéndole un trabajo en un restaurante en Francia, oferta que aceptó intentando buscar un contexto más seguro donde prosperar. Le organizaron todo. Cuando llega a Europa descubre el engaño: le retiran su documentación y comienza la explotación sexual, tanto en distintas localidades de Francia como de España.

La ausencia de un tratamiento adecuado a su sintomatología, junto con el nuevo daño que estas experiencias le estaban produciendo, supuso un empeoramiento significativo en su salud mental, que la llevaron a consumir sustancias para lidiar con toda esta situación. Ello le generó una dependencia. En 2019 nace su hija. En este momento abandona los espacios de explotación sexual y accede a un apartamento, con la ayuda de entidades sociales y realizando trabajos puntuales dentro de la economía sumergida, para proporcionar un ambiente seguro a su hija.

Cruz Roja la acompaña desde hace años para conseguir regularizar su situación administrativa, pero también con orientación y apoyo psicológico, con la cobertura de necesidades básicas de ella y su hija (vivienda, suministros, alimentación, higiene, ropa, medicación...), y se ha coordinado con el resto de entidades públicas y privadas para complementar las respuestas y dar soporte protector integral desde todos los ámbitos.

Durante 2022 ha conseguido adherirse al tratamiento, y es visible una mejora considerable. Desde septiembre, se ha incorporado a un proyecto de empleo de Cruz Roja específico para mujeres y está recibiendo una beca que le permite realizar la formación y tener sus necesidades básicas cubiertas. Ha conseguido acceder a unas prácticas en un supermercado en la misma localidad en la que vive. La esperanza de conseguir el empleo ha tenido un impacto muy positivo en ella, tanto en su rol como mujer, como en el de madre.

Este caso, que puede parecer -extremo- en realidad presenta elementos demasiado concurrentes y frecuentes en muchas de las mujeres que atiende cada día Cruz Roja como víctimas de trata; los abusos sexuales en la infancia (ASI), la ausencia de un entorno familiar protector, las violencias sufridas por las madres de estas mujeres, la construcción de la identidad en este contexto, el deterioro severo de la salud mental (tanto por agresiones previas como por la propia trata y/o explotación sexual), la adicción a sustancias, etc. unidas a la pobreza, el aislamiento, una situación administrativa irregular,  la trata sexual, la maternidad, la insuficiencia de recursos que puedan dar respuestas protectoras a estas unidades familiares, generan una espiral de desolación que alimenta y sostiene las situaciones de explotación.

Además, a ello se une el estigma que sufren las mujeres en contextos de explotación sexual, siendo ellas las que sufren discriminación social, en lugar de los hombres que perpetúan que estas situaciones sigan existiendo.

María ha conseguido romper la dinámica de las violencias, gracias a su esfuerzo, resiliencia y, al contrario de lo que suele ocurrir en muchas de las ocasiones, al acceso a recursos que han estado disponibles y a su alcance, un -privilegio- que muchas otras mujeres no tienen.





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